No son tan buenas como para verlas en el cine ni tan malas como para dejar de verlas. Te sumergen en una historia a veces previsible, a veces fantástica que hace que te olvides de que tu día libre se está acabando; hace que sueñes, que sufras, que rías, que llores, que pienses en todo menos en tus problemas reales. Dentro de una peli de domingo de clase B. no existen los problemas reales, la historia es tan enredada que sientes la necesidad de ver cómo se va a solucionar, aunque tengas claro el final, o incluso aunque ya la hayas visto antes.
Sus actores y actrices, algunos conocidos de alguna serie noventera o de principios de la década pasada, otros totalmente desconocidos, te cautivan y te atrapan.
Feliz domingo por la noche... Empecemos el lunes llenos de energía y de vez en cuando disfrutemos de una peli de domingo por la tarde, no hacen falta grandes cosas o grandes planes para ser felices. Las pequeñas cosas suman.
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