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domingo, 22 de marzo de 2015

Una gran aventura

Ayer sábado por la mañana salí de casa con un pantalón de chándal rosa y no pasó nada!

Estaba en casa haciendo mis labores sabatinas y mi madre dejó caer, así como el que no quiere la cosa,  que había que bajar al colmado a comprar una cosa.  Siempre lo dice como si hablara al aire, pero lo que en realidad está diciendo es: Ruth, baja al colmado a comprar tal cosa, y espabila guapa.

Así que me lo pensé dos veces, tenía la opción de cambiarme de ropa (ya que estaba en chándal) o simplemente ponerme las zapatillas deportivas y la chaqueta encima. Opté por ésta última.

Además para mayor comodidad me recogí el pelo con una pinza sin ni siquiera mirarme al espejo.  Cuando iba bajando por la escalera empecé a arrepentirme de mi decisión.  ¿y si en ese momento aparecía el amor de mi vida?  ¿y si Will Smith pasaba por delante de mi casa en ese momento? ¿y si me cruzaba con alguien conocido?  ¿o con algún desconocido?  La suerte estaba echada, así que tenía que seguir.

Cuando bajé y estaba fuera vi la distancia como si de kilómetros se tratara, como esas calles que se van alejando y se hacen interminables, y la verdad es que no está ni a una esquina de distancia el badulaque, pero yo lo vi alejarse y pensé : tengo que ir hasta ahí.

En fin, cuanto antes mejor, di un paso tras otro,  tengo 4 porterías de distancia.  Fui, compré y volví,  y no pasó absolutamente nada.  No se cayó el cielo,  no hubo una tormenta, no me tragó la tierra, ni tampoco pasó el amor de mi vida ni Will Smith ni nadie conocido,  bueno si,  en el colmado paquistaní había una vecina comprando una escarola,  y por otro lado de la calle pasó una señora con su hija, ambas iban paseando un perrito. Fin de mi aventura.

Superado esto, creo que podré ser capaz de ponerme el chándal y salir a correr cuando empiece el buen tiempo! 

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