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miércoles, 20 de agosto de 2014

Hotel continental

Última noche en el hotel continental de puerto rico, Tossa de mar!
La verdad es que por las fotos vistas parecía mucho más glam, es la segunda vez que me pasa.  Contratas un hotel relativamente barato con unas expectativas elevadas,  con esa sensación de bienestar que te embarga cuando crees haber encontrado una gran oferta, y resulta que vale precisamente el precio que cuesta.

Las comparaciones son odiosas, pero en este caso no puedo hacer más que preguntarme dónde está el límite de las estrellas.
Ahí va la pregunta del millón y medio de dólares: ¿dónde está el límite entre las estrellas que clasifican la calidad de un hotel?  ¿Qué criterio se utiliza a la hora de otorgar dichas estrellas?

Tengo un gran amigo, que siempre me decía en broma, o al menos eso creo yo, que podía dedicarme a ser crítica de hoteles, y desde la primera vez que oyó mi veredicto sobre uno de los más importantes de una gran ciudad, siempre que va a uno se pregunta qué diría yo de ese hotel

Pues os contaré lo que digo de éste:

La fachada da el pego como 3 estrellas, aunque las sillas de la terraza son de esas blancas pasadas de moda (yo haría un pensamiento de cambiarlas). Entras, y la persona que te recibe en la puerta es la misma que gestiona el check in, bueno, me resultó "interesante"; el mostrador es pequeño, y las reservas no están digitalizadas, hasta ahí todo pasable.

Siempre hay un hilo musical en todos los espacios comunes, con distinta música y a todas horas;  los espacios comunes están decorados de manera antigua, como anclados en el tiempo, un tiempo en el que seguramente era más glorioso para el hotel;  la decoración es recargadisima, rozando de muy cerca lo hortera.  Muchísimas flores artificiales sin ton ni son,  mezclas de diferentes estilos.

En los tiempos que vivimos, cuando se trata de decoración, menos es más.  Minimalista lo llaman algunos, estilo zen otros, sentido común y buen gusto el resto.

En las habitaciones, un punto a su favor ea que hay armarios donde organizar todo, cosa que va muy bien si te vas a quedar varios días, y para compensar que la cama se come todo el espacio.  Al menos las mesitas de noche tenían un cajón arriba y un espacio para los zapatos en uso abajo.  A propósito de la cama,  era de esas separadas pero unidas, esas que nunca se llegan a unir del todo y que dejan un espacio abismal, son unos mili centímetros que parecen la distancia entre los dos polos de la Tierra,  créeme, hay momentos en los que esa distancia es insoportable, y hay otros en los que acabas durmiendo en el agujero negro, sin contar que como agujero que es,  se traga todo lo que encuentra a su paso.

No pensaba escribir este blog hasta esta mañana, pedimos menú picnic para hacer una excursión,  nos dieron unas bolsas preparaditas, el picnic consistía en: dos panecillos, dos quesitos "la vaca que ríe", dos lonchas de jamón y queso, una manzana, una pera y una mandarina.  Cuando me di cuenta de que sólo me gustaba la fruta de todo eso, pensé que tenían una idea un poco rara de lo que era un picnic, o quizá eso sea lo establecido para llevar fuera. 

En fin, acabamos comiendo en el restaurante Berganti cerca de la playa.  Buena cocina y buen servicio.  Muy buena relación calidad precio.  Comi de primero unos mejillones al vino con laurel, fresquisimos y muy ricos, de segundo merluza a la marinera y de postre helado de nata, acompañado con una copa de vino blanco.  Qué gran diferencia entre los quesitos y la mesa. 

Mi hermano dice que sólo yo me fijo en esas absurdidades sobre la decoración, a él todo le va bien, y dice que a lo mejor al resto de los clientes le parece todo bonito y tal. Yo en realidad no lo tengo tan claro.  Decidme si es que con los años me he vuelto más exigente y caprichosa, o ea que estoy acostumbrada a otro tipo de alojamientos, y este de un pueblo profundo con pretensiones me parece más bien cutre...

Ah.  Lo que me hace pensar que el chef Ramsey (creo que se escribe así) de pesadilla en la cocina, que también tiene un programa sobre hoteles, aquí tendría mucha faena. Seguramente cambiaría las tumbonas de la piscina, que no se pueden graduar, y ampliaría la variedad del bufet, y añadiría fruta al bufet del desayuno... pero todas estas cosas son triviales, porque lo realmente importante es lo que hemos vivido en Tossa de mar. 


Decomedor del continental no diré nada, pues el mismo que opina que podría dedicarme a ser crítica de hoteles, también podría ser crítico de restaurantes. 

A este hotel le sobra una estrella, seguramente en su momento era perfecto, pero se ha estancado en los noventa y no le vendría nada mal un poco de aire fresco y de modernidad.  Aún así, la estancia resulta acogedora por el servicio familiar y correcto. 

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