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miércoles, 18 de noviembre de 2015

Qué buena cara tienes! Lo que hace el maquillaje

Hoy me he levantado con unas ojeras increíbles! Pero me preocupaban poco,  ya que, por suerte o por genética,  por mala cara que tenga a primera hora,  siempre va a menos...

Me acosté a eso de las 23.00h, y me puse a leer,  ahora estoy con el tercer libro de la trilogía de Sarah Lark cuyo primer libro es "hacia los mares de libertad"  (a la sombra del árbol kauri es el segundo), y el tercero se llama "Las lágrimas de la diosa maorí". Cómo ya sabéis,  están ambientados en Nueva Zelanda,  aunque en el primer libro podemos ver Londres e Irlanda,  y una parte de Australia.  En este último nos meteremos en la guerra de los bóers, en África.  Pero no os quería hablar del libro!!!

Está comprobado, según mis propios estudios sobre mi comportamiento,  que cuando leo escribo más.  Hay una parte de mi cerebro que necesita descargar información,  ya que está recibiendo demasiada (eso creo), o simplemente es la necesidad de compartir y transmitir.

Me quedé hasta las mil leyendo, porque me iba diciendo a mí misma - va, un capítulo y ya está.

Me desperté media hora antes de que sonara la primera alarma que tengo,  supongo que por el mal sueño que tuve, no lo explicaré en público,  quien quiera saber de qué se trata que me pregunte en privado.  Pues cuando me levanté con la segunda alarma,  cansada y con sueño,  y me miré al espejo con mis super ojeras pensé: vaya cara nena.

En ese momento me vino a la memoria una frase que me dijo una chica pocos días atrás,  después de la cena de las mamis, al día siguiente tenía los efectos secundarios de la resaca, pero fui mejorando con los minutos,  me pasa siempre,  me despierto hecha un cromo y después mejoro. Ella me dijo: -Qué buena cara tienes,  lo que hace el pote (maquillaje en crema para tapar imperfecciones de la piel).- Iba con Mike en ese momento y me reí,  poco después nos sentamos a comer y él estaba furioso.  Dijo que por qué me había dicho eso,  que si no se había visto en el espejo,  que si tal, que si cual...

Yo seguía riendo porque ni siquiera me había maquillado ese día,  no porque por la mañana no me hiciera falta,  sino por pereza.

Mike, indignado por el comentario,  me decía que por qué las mujeres éramos tan crueles unas con otras,  y no es la primera persona que me lo dice,  al final voy a tener que pensar que es verdad...

Creéis que somos crueles?  Que siempre queremos ser la abeja reina de la colmena?  Que si no logramos llamar la atención favorablemente hacemos lo posible por hacer parecer mediocres a las demás?  Nos odiamos a muerte?  Las mujeres odian a las que son más guapas,  más inteligentes, más llamativas?  Solemos mentir para quedar bien en cuanto al aspecto físico de otra,  y luego criticamos por la espalda?

Si las respuestas son afirmativas en más de una pregunta,  argumenta.  Por qué crees que es verdad?

El tema principal no era este,  pero así pasa con la inspiración,  es muy caprichosa.  Feliz tarde!

martes, 17 de noviembre de 2015

Madrid, Madrid, Madrid....

Hace un mes publiqué unas fotos de nuestros viaje a Madrid. Hacía exactamente 6 años y tres meses desde mi última visita a la capital de España,  y desde hacía un par de años que me iba repitiendo que tenía que volver.

Aquel verano del año 2009 hice el viaje en circunstancias muy distintas,  con el padre de mi hija,  nos habíamos dado cuenta un mes antes de que estaba embarazada,  ya pasaba los tres meses y los malestares iniciales (ausencia de hambre) ya habían terminado.  Fue un viaje muy bonito,  conservo unos gratos recuerdos, y creo que eso me condicionaba un poco a la hora de volver. 

La vida cambia con el tiempo,  y tenemos que adaptar nuestra forma de vida a ello,  no podía permitir bajo ningún concepto que los recuerdos me amargaran la estancia en esa ciudad que tanto me gusta.

Bueno,  empiezo con el verdadero contenido de la entrada del blog.
Cada vez que voy a Madrid me hacen esta pregunta: Qué te gusta más,  Madrid o Barcelona?
Odio profundamente que me hagan esa pregunta,  nadie sabe hasta qué punto.
Por qué tengo que elegir? Por qué tengo que puntuar una u otra? 
Para nadie en el mundo es un secreto que Barcelona es mi ciudad,  la que me acogió hace 19 años y en la que he crecido (literalmente y como persona), pero por qué no puedo visitar Madrid sin que me hagan esa pregunta?
Madrid me encanta,  me sentí muy bien,  e incluso caminaba por sus calles como una ciudadana más,  y mira que el metro es un poco complicado,  pero si no me perdí en New York,  no hay ciudad en el mundo que se me resista.

Mis grandes descubrimientos:

Madrid Río... no sé exactamente si fueron los 23°c en noviembre,  un paisaje precioso,  un cielo azul o los más de 5 kilómetros desde Legazpi hasta Príncipe Pío (no los hice caminando). Pero yo sólo quería estar ahí,  un rato cada día,  el resto del día por la plaza del Sol,  rebosante de vida y cultura; o en la Gran Vía,  es mi calle favorita como buena urbanita, lo digo con la cabeza muy alta,  yo florezco en las cities, en el campo me pasa lo contrario, en la Gran Vía estuvimos todo el día de shopping con mi prima Melanie, tiendas y más tiendas,  os imagináis?  Se juntaron el hambre con las ganas de comer. Y hablando de comer,  fuimos al Vips,  en Barcelona sólo hay uno,  y está en la maquinista;  comimos como princesas,  y como tal nos trataron,  mi prima dice que debimos caerles muy bien porque en el postre nos pusieron ración doble de helados. Aunque para comida rica la que prepara mi tía Melania.

por la tarde noche el paso obligatorio por el espacio gourmet del corte inglés,  una impresionante terraza para tomar algo,  y dentro dispones de diferentes espacios para comer y beber, desde sushi hasta pinchos vascos,  y los mejores helados que he probado jamás.  Lo descubrí gracias a mi amiga Pilar y su marido, una amiga del instituto con la que compartí mucho más de lo que creía,  una maravillosa persona con una fantástica familia.

Y dentro del parque del Retiro Mike nos llevó a la Rosaleda.  Qué preciosidad,  rosas de todas las clases y colores que,  a pesar de estar en otoño,  un otoño atípico y espectacular,  estaban preciosas,  con olor a rosa auténtica,  no como las que compras en sant Jordi,  un olor que te embriaga y hace que lo veas todo más hermoso aún.

Paseamos por el retiro,  aunque ya lo había hecho muchas veces,  nunca con ellos,  Mike me descubría los rincones favoritos de su ciudad, y Gabi descubría algo nuevo,  con aquellos enormes ojos llenos de curiosidad,  no paraba de hacer preguntas.  Esa tarde la pasamos en grande,  y acabamos de tapeo por el centro.  Me enamoré nuevamente de una ciudad distinta siendo la misma.

Volviendo a Madrid Río,  es un espacio donde puedes hacer deporte,  pasear,  tomar algo,  patinar,  ir a jugar con los niños y no tan niños;  también justo en la zona de Legazpi se encuentra "el matadero", sí,  yo también puse cara de espanto recordando la descripción de un matadero hecha por Donna León en el libro La palabra se hizo carne, pero nada más lejos de esa ficción. El matadero es un espacio cultural alucinante,  donde reúnen un museo de artistas nuevos,  club de lectores (la casa del lector), una cantina,  teatros y filmoteca,  zonas para la botánica, y mucho más, si tenéis ocasión antes de viajar a Madrid mirad en Internet el programa de actividades del Matadero, y debe ser una visita obligatoria,  en serio. Eso en primavera debe ser gloria bendita.

Hay tantas cosas que quisiera escribir sobre este viaje,  por ejemplo que en el Vips tienen una pizza de galleta y helado!  Una auténtica locura!  Donde se ha visto eso? 
O que en el bus de transporte público hay wifi, cosa que el ave no tiene,  o que cuando tomas una caña tienes una tapa totalmente gratis!  La gente por lo general es super agradable, y te hacen sentir como en tu casa. 

Si tuviera que decir algo malo?  La relación calidad precio del transporte público: no está integrado como en Barcelona,  una t10 son sólo 10 viajes y ea más cara,  el metro pasa cada medio siglo,  es más estrecho y por lo tanto más incómodo,  pero allí conoces gente, porque nadie duda en hablarte.  Y algo que tampoco me gustó es que la parada de metro Sol ahora se llama Vodafone Sol, o viceversa,  pero me pareció un poco feo...

Un viaje memorable lleno de fantásticos recuerdos.  Gracias a gente tan maravillosa como mi familia Cancú, wn especial mi prima Melanie, mi amiga Pilar y su familia, y por supuesto Mike. 

Sospecho que pronto volveré,  no creo que vuelvan a pasar otros seis años.

domingo, 11 de octubre de 2015

La increíble pero cierta historia de cuando salí con un modelo

Lo bueno de ser single entre 25 y 45 años en una ciudad como Barcelona es que puedes conocer una gran cantidad de personas,  muchas de ellas interesantes,  otras pasan sin pena ni gloria,  unas se convierten en grandes amigos y a otra las quieres sólo como amigo de otras personas a las que tú no conoces ni tienes la intención de hacerlo.

Puedes ir quedando con uno y con otro hasta que llega el definitivo (por el momento), eso del definitivo es relativo,  pero no vamos a ponernos profundos ahora... La idea es explicar algo fresco, nuevo,  divertido y distendido.

Un día en esa página de ligar me llegó una solicitud para hablarme,  cuando vi la foto de perfil casi me caigo de la silla. 
-Madre mía!  Pero qué guapo!

Yo, que soy muy escéptica con eso de la foto de perfil, me  puse a Indagar inmediatamente en su perfil,  hacía mucho tiempo que no veía un chico tan guapo,  y hacía mucho tiempo que no veía un chico tan guapo interesarse en mí... y no es que los que se me acercaban eran feos, sino que este chico era realmente impresionante. Salía una foto sólo con unos vaqueros,  qué harían babear hasta a una monja,  una con un traje impecable como esos de las películas románticas,  otra más normalita.

Labios carnosos,  ojos  marrones verdosos, grandes y expresivos,  envueltos en unas pestañas muy negras y largas que le daban un aspecto soñador,  un toque bronceado, pelo muy negro y abundante,  vamos,  lo que diríamos un bombón. Tenía un cuerpazo muy trabajado pero no exagerado,  y una sonrisa espléndida que te hacía sonreír sólo de admirarla.

Acepté su solicitud para hablar,  a pesar de que sólo tenía 25 años,  pero cómo iba a rechazar esa oportunidad?  Entonces hablamos.  Hablando me di cuenta de que era muy muy joven y majo,  pero sobretodo joven,  cosa que en un futuro cercano podría ser un problema.

Lo primero que le dije fue:
- Tú eres consciente de que tengo 30 años y una hija?

Me encantan los críos! - me contestó.
Me quedé hipnotizada (o idiotizada) mirando el móvil y preguntándome si el hombre perfecto existía tenía que ser como ese.

Me explicó que trabajaba de modelo,  hacía prácticas en un gimnasio (todo esto viene porque acabo de salir del gimnasio con mi prima y me siento generosa, tanto como para explicar esta historia tan íntima) porque había hecho el módulo superior de actividades deportivas,  y que además trabajaba en una tienda de moda... chico guapo y activo!
El caso es que intercambiamos los teléfonos y empezamos a hablar y hablar,  era agradable,  pero no podía evitar sentir una ternura que no era normal.

La noche de la shopping nigth Naomie y yo nos fuimos de tiendas y le envié un mensaje para ver si le tocaba trabajar,  así podría verlo en persona,  tuvimos suerte, y además quería tener un testigo presencial por si me desmayaba o me quedaba muda delante del chico.  Naomie ya se refería a él como mi novio,  y a mi me entraba la risa tonta.

Pasamos por la tienda Guess, las dos somos muy fieles a ella,  y ahí tomamos un botellín de Codorniu,  y después nos dirigimos hacia donde trabajaba el bombón.  Antes de entrar me empecé a poner nerviosa: "Cómo tengo el pelo?  Espera que me pongo pintalabios,  un momento. "- Naomie me dijo: entramos ya!

La tienda estaba llena hasta los topes,  tanta gente a las 00.30h paseando por el centro.  De repente se detiene el tiempo,  bueno,  no se detuvo del todo,  pero todo empezó a ir a cámara lenta;  ya no me molestaba el ruido de la multitud,  ni la música tan alta que había en la tienda,  ni siquiera me molestaba que la gente me empujara para pasar,  porque ahí estaba él viniendo hacia mí. Tan guapo como en las fotos, mientras se acercaba sonreía, Naomie me daba golpecitos en el brazo para que espabilara, y yo estaba como cegada mirando al bombón...
- guapísima! Que tal?- me dijo mientras me daba dos besos.

- muy bien!  Aquí dando una vueltecita!
Naomie -bombón,  bombón- Naomie,  así los presenté (bombón no es su verdadero nombre).

- nos indicó donde podíamos tomar un gintónic, y cruzamos tres palabras más. 

Al cabo de una semana volvimos a quedar para tomar un café,  digo café porque yo tomé un café.  Él tomó un colacao. Sí,  un colacao. No le gustaba el café,  eso era para personas mayores.

Hablamos mucho rato,  y todo el rato me decía: Qué carita más bonita!

Mientras hablamos me di cuenta de que empecé a sentir una ternura profunda,  la misma que sentía cuando llegaba al trabajo y me abrazaban todos los niños,  me lo imaginaba como uno más, todo bonito,  entonces sus palabras empezaron a sonar como las de un niño,  de repente me di cuenta de que no podría ver más que un niño.  Uno de 5 años,  de esos que cada día me decían: Ruth,  avui estás molt guapa!

Qué rabia!  Si al menos se hubiera tomado un dichoso café

jueves, 1 de octubre de 2015

Una segunda oportunidad

Normalmente no suelo ir dos veces a un restaurante/bar/cafetería si la primera vez no me causó buena impresión, pero esta vez era una cuestión de supervivencia:

Había quedado para comer con Mike,  entre que llegué tarde,  una cosa y la otra, nos dieron las 16h y pico, la verdad es que el tiempo se detiene cuando estamos juntos,  para nosotros,  porque para el resto de las personas el mundo sigue girando igual.

Yo estaba muerta de hambre,  desde la 13h que tenía hora en la seguridad social para hacer unos papeles, y después tenía que ir a la tesorería,  y más cosas... nunca me iba a imaginar que cuando no tuviera trabajo tendría tan poco tiempo, las horas pasarían volando y los recados se multiplicarían,  haces tres y surgen ocho,  y así cada día.

El caso es que las cocinas de los restaurantes ya estaba cerradas y yo empecé a ponerme nerviosa, tenía que ir a clase y tenía hambre,  no quería esperar a que Mike cocinara porque quería estar ese rato con él disponible para mi y no en la cocina,  y aunque íbamos a tardar seguramente lo mismo que en un restaurante seguro que yo me iba a poner más nerviosa esperando.

Me dijo que nuestra única opción era ir al chino porque tenían la cocina abierta todo el día,  pero a mi no me apetecía nada,  hace siglos que no voy a un chino,  y ese no era el día más indicado para ir, le dije que definitivamente el chino No. También teníamos como opción una hamburguesería,  pero para ser sinceros,  no me gustan tanto, a diferencia de él que es un amante, yo quería algún plato caliente.

Al final acepté de muy mala gana ir al chino,  y aún sabiendo que podía sentarme mal la comida, se suponía que era nuestra única alternativa,  yo seguía  dudando de que fuera la única,  pero no quería discutir,  sólo quería comer.

Cuando llegamos a la puerta del chino vimos como cerraban la puerta del restaurante delante de nuestros ojos.  Hice un gesto dramático de "¡¿por qué?!"
Seguro que tenía que haber otra alternativa,  le pregunté si el restaurante Mabel estaba cerrado (ese en el que meses atrás me había tomado el segundo peor café de Barcelona)  y me dijo que el restaurante no,  pero la cocina si.  Le dije que al menos nos podrían hacer un bocata, ya me daba un poco igual la verdad,  era cuestión de supervivencia.

Así que fuimos y nos atendieron super amables, nos dieron la carta de bocadillos y platos combinados,  que ahora se llaman Brunch... tomamos un Brunch con un par de cañas.  Yo pedí pescado a la plancha con salsa tártara, ensalada y patatas fritas y él bistec,  huevos y patatas fritas... no creo que haya sido por el hambre,  pero estaba realmente bueno,  y el servicio muy correcto,  la relación calidad precio muy interesante. 

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas,  pero para mí esta segunda parte ha sido la mejor.  Estoy segura de que volveré.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Próxima parada: aeropuerto internacional de Miami

Saliendo de la aduana con el sentimiento de haber sido timada por los agentes que se quedaron con mi jamón,  pensé que podría haber sido peor, fuimos corriendo para facturar las maletas.

Yo arrastraba las dos grandes y Gabi la de mano,  la pobre corría detrás de mí y ya estaba cansada.  Cuando llegamos a la fila para facturar estaban llamando a los pasajeros que iban a California,  esa era su última llamada.  Cuando llegamos a la fila entonces me di cuenta de lo difícil que sería comunicarme sin hablar inglés.

Me colé como pude y con toda la cara del mundo y me acerqué a un chico,  Gabi me esperaba a unos pasos de distancia,  le dije amablemente que teníamos que llegar a Miami y que nuestro avión estaba a punto de salir, dicho esto le di los billetes,  él buscó información en el ordenador y meneó la cabeza,  introdujo unos datos e imprimió un papel,  tachó el billete anterior y me dio otro nuevo... yo estaba desconcertada porque aún pensaba que teníamos tiempo de tomar el avión de las 20.30h, pero no. Porque las maletas aún no estaban facturadas y quedaban unos 5 minutos para el despegue,  así que nos dio para el siguiente vuelo,  pero todo eso no lo supe hasta que llegamos al gate número 5, que fue la información que más recalcó.  Fuimos corriendo a la puerta de embarque y aún teníamos que esperar dos horas!

Vaya,  a esperar y esperar.  Fuimos al lavabo,  paseamos,  comimos y seguimos esperando.  Cuando llegó la hora me acerqué al mostrador y había retraso.  El avión estaba ahí,  pero entraba y salía gente.  La azafata anunció que el embarque se retrasaría 40 minutos,  tras 40 minutos otros 40, y tras esos 40 una hora y media.  Gabriela en un momento se sentó en el suelo y se durmió,  sentí una pena profunda y no tenía forma de comunicar a mis amigos el retraso.

Cuando logramos embarcar tres horas después,  parecía que estábamos en el polo norte,  hacía un frío increíble dentro del avión,  se podía cortar el aire acondicionado en cubitos de hielo.  Las dos nos dormimos heladas,  yo intentando calentar como podía a la niña,  sentí miedo de que se enfermara.

Cuando llegamos al aeropuerto internacional de Miami,  buscamos las maletas y salimos.  No había nadie esperándonos,  lo que más temía se había hecho realidad.  Buscamos por todas partes,  salimos y entramos,  y Gabi ya no podía con su cuerpecito huesudo,  estaba fuera de combate.  Tenía que cargar con las maletas y hacerla andar a ella medio dormida. Intenté varias veces llamar desde una cabina y solo me salía la voz de la operadora diciendo no sé qué de esta llamada,  pregunté a gente como tenía que marcar y las monedas que tenía que meter y nadie me daba una respuesta.  En aquellos momentos sentí mucho miedo,  pero muy dentro de mi sabía que saldría de esa situación.  Subí a la tercera planta y me quedé donde habían unos sofás,  la Gabi se puso a dormir en uno de ellos,  yo hablé con una señora para ver si me dejaba llamar,  pero me dijo que estaba esperando una llamada y no tenía batería.  Yo ya estaba totalmente desesperada,  y pedía a Dios un salida,  estaba exhausta y no podía pensar con claridad.

Pasó un señor,  su nombre es Armando,  un señor cubano que trabaja de limpieza  del aeropuerto,  le expliqué la situación y se me aguaron los ojos, aunque pude contener el llanto.  El hombre me dijo que nunca había visto un número tan largo y tal,  entre tanto vino otra señora cubana y él le explicó,  ella le dijo que marcara todos los números y él lo hizo.  Se comunicó con mi amigo Trixid, y le dio las coordenadas de donde estábamos.  Yo respiré y entonces sí se me escaparon las lágrimas viendo a Gabi dormir en aquel sofá y sabiendo que dentro de un par de horas todo estaría resuelto. 

Di gracias a Dios por haber puesto a aquel hombre en mi camino como un ángel.  Me puse al lado de la niña y no pude evitar dormirme un rato.  El señor Armando se paseaba por ahí para comprobar que estábamos bien,  a las 6.00h acabó su turno y vino a despedirse,  nos dijo que no nos fuéramos de ahí que mi amigo nos iba a recoger.  Una hora después llegó Trixid,  nunca me había alegrado tanto de ver a alguien,  y así mismo se lo dije.  Le expliqué la odisea y él me explicó la de ellos también.  Una falta de coordinación terrible

Pero todo había terminado bien,  al poco rato de estar en el coche llamó el señor Armando y le dijimos que estaba todo resuelto y le dimos infinitas gracias. Nunca me olvidaré de ese hombre y lo que hizo por nosotras en aquel momento.

Trixid nos llevó al Starbucks a buscar un café,  ese fue el principio de nuestra historia en Estados Unidos de América.

viernes, 18 de septiembre de 2015

La increíble pero cierta historia de cómo entramos en Estados Unidos de América

Después de más de dos semanas en España tras pasar las vacaciones de nuestra vida hasta el día de hoy, creo que ya va siendo hora de escribir al respecto.  Allí me costaba un poco hacerlo, porque estaba viviendo muchas experiencias,  además tenía limitación comunicativa y a la Cookie 24/7,  bueno,  todo eso suena a excusa y precisamente eso es lo que es. 

Ahora, después de varias semanas en casa,  tengo todo más ordenado en mi cabeza y me gustaría ser capaz de explicar algunas de nuestras vivencias.  Los amigos más íntimos y la familia ya han oído algunas anécdotas, pero yo quiero explicar otras tantas.  Para ello voy a empezar por el principio.

Después de 9 horas en el avión que salió de Barcelona dirección Charlotte, Carolina del Norte,  y después de haber visto tres películas: Los vendedores,  fast&furius y una comedia de Sofía Vergara (material para otra entrada de blog), llegamos a Estados Unidos!

Estábamos emocionadas aunque nos faltaban dos horas para embarcar hacia nuestro destino final: aeropuerto internacional de Miami.

Salimos del avión felices al igual que el resto de pasajeros,  que eran muchos. Nos topamos con una enorme cola,  aquello era inmigración; pensé menos mal que vamos con tiempo de sobra... mal pensamiento.

La fila avanzaba a paso/hora, es una exageración,  pero nunca había visto una fila ir tan lenta,  y eso que estamos acostumbrados a hacer fila en todas partes.  Empecé a preocuparme un poco porque ya era totalmente consciente de que ya no me encontraba en la seguridad de mi país de procedencia, ni siquiera de mi país de origen, y por lo tanto no me iba a poder comunicar con fluidez,  todos mis sentidos estaban puestos en intentar entender lo que me preguntaran para dar una buena respuesta. La angustia fue creciendo por momentos cuando estaba a punto de llegar nuestro turno. Cuando estábamos en la línea esperando la entrevista con el agente de aduanas,  se nos acercó una trabajadora que nos tenía que indicar el número de mesa/salida que nos tocaba, y lo hizo en español.

Cuando llegamos a donde estaba el agente,  era como uno de esos policías negros de las películas,  más bien guapo y de aspecto serio.  Me preparé mentalmente para ofrecer la más radiante de mis sonrisas a pesar del cansancio,  el tiempo de cola,  las veces que tuve que repetir "Gabi baja de ahí", "Gabriela deja eso", "Gabriela ven aquí", "niña,  haz caso", "una tontería más y verás", "Gabriela deja esas maletas"... a pesar de que durante esa larga espera la niña estuvo más movida que durante todo el viaje... mi más radiante sonrisa.

Buenas noches.  El agente empezó a hablar en inglés (obvio), y me preguntó el motivo del viaje, al ver que me costaba seguirlo empezó a hablar en español de aquella manera,  pero peor era nada.  En aquel momento me acordé de las innumerables veces que Mike me había dicho que teníamos que mejorar mi inglés, le dije que era la primera vez que viajábamos a USA y que estaríamos un mes de vacaciones en casa de unos amigos. Me preguntó si llevaba comida,  dudé un momento,  aunque me lo preguntó en inglés lo había entendido bien,  entonces él me dijo: comida.

Ahh, sí.  Llevo olivas, vino tinto y blanco, y jamón ibérico. 

Puso una cara algo extraña, pero asintió.  Me pidió la huella,  me pidió que mirara un escaner ocular,  saludó a Gabriela y selló los pasaportes,  me devolvió la hoja de aduana con una gran "A" escrita. 

Welcome to Unite States, me dijo sonriendo amablemente, y yo le devolví la sonrisa. 

Había oído hablar mucho del deficiente y antipático servicio de aduanas de los Estados Unidos,  pero a mi en aquel momento no me pareció ni deficiente ni antipático,  más bien algo cálido y empático. Lo agradecí en el alma. 

Siguiente paso: ir a buscar las maletas y volver a facturar.

Cuando íbamos a salir de aduana con las maletas,  corriendo a toda pastilla,  nos detuvo otro agente del aeropuerto, tiene que pasar por aquella sala- me dijo.
Venga a correr otra vez,  tic-tac...

Llegamos a la otra sala y habían dos agentes altos y robustos que me indicaron que abra la maleta donde llevaba el jamón.  Precisamente era la que tenía un candado de combinación.  Primer intento fallido,  no sé qué me pasaba,  pero no podía abrir la maleta, supongo que de los nervios por perder el vuelo de conexión, los nervios por no entender bien a los agentes, que, por cierto,  se empeñaban en hablar una mezcla de español e inglés, todo hay que decirlo;  toda clase de nervios,  y encima la dichosa combinación.

Gabriela, abre la maleta- le dije cuando ya no podía.
La niña obediente puso la combinación con aquellas manos pequeñitas y como por arte de un encantamiento la maleta se abrió.
Oh, Gabriela!  -exclamó uno de los agentes.

Rápidamente saqué la bolsa que llevaba medio kilo de jamón ibérico dividido en dos sobres envasados al vacío.  Los agentes, sin ningún tipo de miramientos ni compasión,  lo tomaron y lo pusieron en una bolsa grande donde pude ver muchos sobres más de jamón y embutidos.

Yo simplemente pensaba que querían inspeccionar el tipo de jamón,  pero no,  se lo quedaron "sin tantita pena".

Menuda cara dura!  Ya podía haberles dejado unas olivas y un vino tinto para completar el aperitivo que se iban a tomar esa noche.  Lo que pasó a continuación es material para otra entrada.  No te lo pierdas!

martes, 15 de septiembre de 2015

Reencuentro en New Jersey. Todo es posible.

Durante la semana que estuve viviendo en New Jersey tuve la oportunidad de conocer gran parte de la ciudad.  La ubicación en era perfecta,  ya que era como vivir a las afueras de New York,  sin el ritmo vertiginoso de tanta actividad, actividad que fascina,  pero que como en Barcelona,  para dormir y descansar necesito retirarme.

La parte de woodland donde estábamos,  en casa de mi hermana Scarlett, era un terreno montañoso, todo hay que decirlo, y es que,  a diferencia de la Florida,  New York y New Jersey están en montaña,  New York menos,  pero New Jersey tiene una parte bastante montañosa,  lo que me impresionó bastante;  de hecho la calle donde vivíamos se llama Montain Park Road.

La casa es una pasada,  consta de tres pisos bien distribuidos.  Abajo de todo hay una sala de juego con play station,  wii y una pantalla enorme,  un sillón para mi sobrino Zabdiel, y un comidísimo sofá de piel color beige,  ideal para una siesta mientras que los niños juegan, comprobado. A parte de la sala de juego hay un comedor para cuando la cosa se pone seria. En el primer piso se encuentra la típica cocina americana tal cual se ve en las películas, con el único detalle de la greca (así llamamos en RD a la cafetera de toda la vida); al otro lado de la cocina, en la entrada hay un sofá en forma de "u" de piel marrón oscuro precioso y muy cómodo.  También es planta, que es la planta baja, consta de un baño completo y dos grandes habitaciones;  en el segundo piso tenemos dos habitaciones dobles y otro baño completo. Fuera de la casa hay un aparcamiento para dos coches grandes y una plaza más fuera,  y un gran patio.  Lo dicho,  una gozada de casa.  Es bueno tener familia repartida por el mundo.

Lo mejor de la estancia en New Jersey no fue la lujosa casa,  ni tampoco las comodidades ni las excelentes atenciones de mi manita Scaly, no fue el acceso a todas las tiendas de las mejores marcas,  tampoco el restaurante boricua en el que comíamos,  ni siquiera el acceso directo a New York con todo lo que conlleva (eso es material para otra entrada de blog), lo mejor de lo mejor de lo mejor (señor,  y con honores) fue reencontrarme con mi familia de cuando era pequeña y me llamaban "la ardillita" (seguramente por lo tranquila que era). Lo mejor fue ver a mi otra doña Aura,  a mi mamá Morena, que en realidad es hija de doña Aura, pero que se ocupaban entre todos de cuidarnos a mis hermanos y a mi cuando éramos pequeños,  por eso son nuestra segunda familia,  y hacía casi 20 años que no nos veíamos.

Pasar la tarde del domingo con ellos y hablar de aquellos maravillosos años fue un renacer para mi alma,  y ver como Morena jugaba con Gabi fue como verme a mi misma desde fuera.  Ellas me confirmaron lo que siempre me explica mi padre: esa niña es una versión de mi misma,  igual de movida,  igual de inteligente y con esos ojos expresivos. 

En cada abrazo pude sentir el amor limpio de quien también me vio nacer. A la vida le pido que no me deje olvidar mis raíces,  que nunca olvide de donde vengo.

Esa familia y la mía están unidas por un pasado común y unas vivencias que quiero recordar mientras viva,  y quiero recordarlas con gratitud,  pues personas como esas están en peligro de extinción.
Esas son las cosas por las que vale la pena luchar,  lo demás, al fin y al cabo son pasajeras.