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martes, 15 de septiembre de 2015

Reencuentro en New Jersey. Todo es posible.

Durante la semana que estuve viviendo en New Jersey tuve la oportunidad de conocer gran parte de la ciudad.  La ubicación en era perfecta,  ya que era como vivir a las afueras de New York,  sin el ritmo vertiginoso de tanta actividad, actividad que fascina,  pero que como en Barcelona,  para dormir y descansar necesito retirarme.

La parte de woodland donde estábamos,  en casa de mi hermana Scarlett, era un terreno montañoso, todo hay que decirlo, y es que,  a diferencia de la Florida,  New York y New Jersey están en montaña,  New York menos,  pero New Jersey tiene una parte bastante montañosa,  lo que me impresionó bastante;  de hecho la calle donde vivíamos se llama Montain Park Road.

La casa es una pasada,  consta de tres pisos bien distribuidos.  Abajo de todo hay una sala de juego con play station,  wii y una pantalla enorme,  un sillón para mi sobrino Zabdiel, y un comidísimo sofá de piel color beige,  ideal para una siesta mientras que los niños juegan, comprobado. A parte de la sala de juego hay un comedor para cuando la cosa se pone seria. En el primer piso se encuentra la típica cocina americana tal cual se ve en las películas, con el único detalle de la greca (así llamamos en RD a la cafetera de toda la vida); al otro lado de la cocina, en la entrada hay un sofá en forma de "u" de piel marrón oscuro precioso y muy cómodo.  También es planta, que es la planta baja, consta de un baño completo y dos grandes habitaciones;  en el segundo piso tenemos dos habitaciones dobles y otro baño completo. Fuera de la casa hay un aparcamiento para dos coches grandes y una plaza más fuera,  y un gran patio.  Lo dicho,  una gozada de casa.  Es bueno tener familia repartida por el mundo.

Lo mejor de la estancia en New Jersey no fue la lujosa casa,  ni tampoco las comodidades ni las excelentes atenciones de mi manita Scaly, no fue el acceso a todas las tiendas de las mejores marcas,  tampoco el restaurante boricua en el que comíamos,  ni siquiera el acceso directo a New York con todo lo que conlleva (eso es material para otra entrada de blog), lo mejor de lo mejor de lo mejor (señor,  y con honores) fue reencontrarme con mi familia de cuando era pequeña y me llamaban "la ardillita" (seguramente por lo tranquila que era). Lo mejor fue ver a mi otra doña Aura,  a mi mamá Morena, que en realidad es hija de doña Aura, pero que se ocupaban entre todos de cuidarnos a mis hermanos y a mi cuando éramos pequeños,  por eso son nuestra segunda familia,  y hacía casi 20 años que no nos veíamos.

Pasar la tarde del domingo con ellos y hablar de aquellos maravillosos años fue un renacer para mi alma,  y ver como Morena jugaba con Gabi fue como verme a mi misma desde fuera.  Ellas me confirmaron lo que siempre me explica mi padre: esa niña es una versión de mi misma,  igual de movida,  igual de inteligente y con esos ojos expresivos. 

En cada abrazo pude sentir el amor limpio de quien también me vio nacer. A la vida le pido que no me deje olvidar mis raíces,  que nunca olvide de donde vengo.

Esa familia y la mía están unidas por un pasado común y unas vivencias que quiero recordar mientras viva,  y quiero recordarlas con gratitud,  pues personas como esas están en peligro de extinción.
Esas son las cosas por las que vale la pena luchar,  lo demás, al fin y al cabo son pasajeras.

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