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martes, 26 de noviembre de 2013

Desayuno sin diamantes

Hoy después de dejar a la peque en el cole y antes de ir a trabajar tengo una cita con Vicente; no, no es un ligue, no soy de las que ligan; tampoco es mi gestor, no tengo gestor; y mucho menos mi abogado, sí tengo abogado, pero no se llama Vicente. 
Vicente es mi loquero, no psicológico ni psiquiatra, pues aún no estoy tan zumbada. Es mi neurólogo, un hombre tranquilo que sufre cada vez que le enseño el calendario de migrañas, y que no tiene ni idea de cómo prevenirlas.  Sabe que hay asuntos personales que no le he explicado, ni pienso hacerlo, y tampoco me pregunta.  Sólo quiere que no sufra dolor. Es su único objetivo, que mi cerebro no sufra y se desgaste.
En Barcelona estamos a 4 grados centigrados.  Y como hay pocos placeres que cuesten tan poco, me he preparado un rico desayuno y, en vez de mirar Espejo público como muchos días, me he quitado las botas y me he metido debajo del nórdico en mi cama.  Qué relajante es desayunar en la cama.
Para ser feliz no necesitas un desayuno con diamantes ni grandes cosas.  Empieza por disfrutar de las cosas pequeñas que te ofrece la vida. Vivirás más y mejor.
Mi desayuno ha consistido en: un zumo de naranja natural (exprimido por mis delicadas manos), tres cookies, unas cuantas uvas negras y un te verde con sabor a piña colada. Me encanta el te verde sin más, pero esta infusión está pensada para tomar en frío, y aunque no es desagradable, prefiero las cosas originales que saben a lo que son, sin adulterar ni pervertir si esencia.
Feliz martes a todos!  Saldré de entre mis sábanas y me iré a ver a Vicente con la sonrisa puesta.  Lista para pasar un fantástico día!

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