Segundo día de diluvio universal matutino en Barcelona! Vaya manera de llover!
En fin, nuestras vidas no pueden detenerse llueva, truene o ventée, y es que la city sigue rodando imparable por encima del tiempo que haga.
Ayer fue mi primer día libre en mucho tiempo, el mes de octubre es demasiado largo, y a pesar de haberme acostado tarde el domingo, porque me fui al cine y después tuve que ir a recoger a mi peque a casa de mi hermana, pues eso, había descansado poco y encima tenía que ir a ver a la Laia, mi doctora, a las 9.30 h. Lo tenía todo planeado, iba a dejar a la Gabriela en el cole a las 9.00h, ir a ver a la doctora y después a hacer lo que me diera la gana, una opción era ir a ver a ese chico nuevo tan guapo del banco, y después ir a desayunar a algún sitio de moda donde me trataran como a una princesa.
Pero todo se estropeó por la lluvia, o mejoró. Llegábamos al colegio tarde después de haber estado esperando el bus, caminamos una esquina bajo mi paraguas marca Ferrari,(un muy buen paraguas hecho para aguantar), y quedamos empapadas ¡encima empezó a granizar! Todos mis planes se hicieron papel mojado así que le dije a la niña: sabes que? Nos vamos a casa!
Y así lo hicimos, no tenemos que ser tan rígidos a la hora de llevar a cabo nuestros planes, yo me esforcé muchísimo para llevarlos a rajatabla y aún así tuve que rendirme bajo la lluvia. Pueden presentarse mil cosas que se escapen de nuestro control, como aquella lluvia torrencial, y debemos aprender a no frustrarnos a la primera de cambio, sino adaptarnos. Si el plan A no se pudo realizar, pues el B, y si no pues improvisamos, seamos flexibles y, sobretodo, seamos felices bajo un espléndido sol o bajo una lluvia torrencial acompañada de granizo y fuertes vientos, como dice el dicho: si del cielo te caen limones aprende a hacer limonadas.
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