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martes, 1 de marzo de 2016

Cuida tus palabras...

Buenos días amigos!
Hoy quería compartir una cosa que me sucedió con mi pequeña y que luego me hizo reflexionar.
El domingo le iba a preparar una de las comidas que más le gustan.  Arroz con huevo frito;  a la hora de freír el huevo se puso pesada pidiéndome que la dejara cascar el huevo y ponerlo en la sartén. Le dije que no varias veces,  porque no sabía,  porque es pequeña y porque se puede quemar,  que es una de las cosas que me dan más miedo y me pongo nerviosa sólo de pensarlo.
Al final acepté por su persistencia,  algo que admiro mucho de los niños,  que no se dan por vencidos.  Cuando llegó el momento,  intentó cascarlo varias veces y no lo consiguió,  ahí estaba yo agobiando diciéndole que cuidado,  que así no y tal;  el huevo se rompió de mala manera,  cayendo parte dentro de la sartén y parte fuera.
Le dije,  mira lo que has hecho... apararta que está caliente y te puedes quemar.

Ella se apartó y fue hasta la puerta de la cocina,  por la parte de afuera.  Cuando terminé y salí,  la vi conteniendo las lágrimas.  En ese preciso instante se me rompió el corazón.

Qué pasa mi vida? - le dije con voz suave.
Cuca...
Es que me parece que no lo he hecho bien- me dijo mientras dejaba caer las lágrimas- me salió mal mamá.

Yo misma estuve a punto de llorar,  con mi comentario la hice sentir mal y ahora tenía que arreglarlo como fuera.
No mi amor- empecé- a mí me pasó lo mismo la primera vez que lo hice,  y yo era más grande que tu.  Lo que sucede es que no sabes,  pero a partir de ahora practicaremos más,  y verás como te saldrá mejor,  además mira,  vas a comer un huevo frito que has hecho tú,  está igual de rico.  Nadie nace sabiendo mi vida,  todo es cuestión de aprender y practicar. Perdona que te haya hablado así,  pero me pongo nerviosa pensando en que te puedes quemar.

Ella se secó las lágrimas y me abrazó.  Me dijo que no pasaba nada.

A veces pienso,  qué he hecho tan bueno en la vida para merecer un regalo como ese.  Es lo más grande que se puede desear. 

Debemos tener mucho cuidado con las palabras que decimos tanto a los niños como a los demás.  De ahí vienen muchas creencias limitantes, baja autoestima y los futuros problemas que pueda acarrear. 

Pido a Dios poder darme cuenta a tiempo cada vez que meta la pata de esta manera.  Y espero que sirva para que revisemos nuestro lenguaje hacia los más pequeños,  hacia los demás, y hacia nosotros mismos.  De verdad que no somos conscientes del poder de nuestras palabras.

Eso es todo,  buenos días!

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